El informe Strategic Foresight 2050, elaborado por FEMA (la Agencia Federal de Emergencias de Estados Unidos) es un ambicioso ejercicio de prospectiva que busca reimaginar el papel de la gestión de emergencias en el horizonte del año 2050. Este artículo recoge sus principales conclusiones.

Aunque el informe está elaborado desde la perspectiva estadounidense, sus mensajes trascienden fronteras. Las transformaciones sociales, ambientales y tecnológicas a las que hace referencia —desde el envejecimiento poblacional hasta la disrupción climática o la automatización— tienen impacto en todos los territorios, incluido el nuestro. Por ello, los retos y oportunidades que plantea son totalmente extrapolables, y abren un interesante espacio para la reflexión estratégica, la innovación social y la transformación de las organizaciones de todo tipo.

La resiliencia del futuro se construirá con toda la sociedad, no solo desde las instituciones

1. Un enfoque comunitario e inclusivo

El primer gran mensaje del informe es que los desastres no deben abordarse solo desde una visión institucional o técnica. Las catástrofes que puedan ocurrir en el futuro —más frecuentes, intensas y complejas— requerirán una respuesta desde toda la sociedad. FEMA propone un cambio cultural que potencie la resiliencia a través de la colaboración entre la ciudadanía y sectores diversos. La cohesión social, la confianza mutua y la capacidad de reconstrucción comunitaria serán los factores críticos de éxito en contextos de crisis.

Este enfoque abre nuevas oportunidades de innovación en la gobernanza y en el diseño de políticas públicas, desde modelos participativos de planificación hasta plataformas digitales para fomentar la colaboración y solidaridad.

2. La gestión de emergencias será sistémica y adaptativa

La segunda clave se centra en repensar la estructura de la gestión de emergencias. Los riesgos ya no serán solo naturales, sino múltiples, simultáneos y entrelazados —como pandemias, ciberataques o fallos en infraestructuras críticas—. Frente a ello, FEMA propone un modelo flexible, basado en asociaciones persistentes y cooperación interinstitucional, que supere la lógica jerárquica tradicional y apueste por redes de colaboración público-privadas y comunitarias.

Este enfoque también tiene implicaciones para la innovación organizativa y de procesos, facilitando modelos más ágiles, transversales y cooperativos en la gestión.

3. Tecnología con propósito (y precaución)

El tercer eje del informe pone el foco en la innovación tecnológica. La inteligencia artificial, los sistemas autónomos o el análisis de grandes volúmenes de datos tienen un gran potencial para mejorar la eficiencia, la predicción y la respuesta a emergencias. Sin embargo, FEMA alerta de los peligros que suponen los sesgos algorítmicos, la dependencia tecnológica o la exposición a ciberamenazas, que deberán abordarse desde una perspectiva ética, inclusiva y centrada en las personas.

Este equilibrio entre tecnología y humanidad abre un amplio campo de exploración para la innovación responsable, con oportunidades para el desarrollo de soluciones tecnológicas éticas, inclusivas y con impacto social.

Anticiparse a los riesgos será clave para adaptarse en un mundo cada vez más incierto

4. Transformar el talento y el liderazgo

En cuarto lugar, el informe subraya que la capacidad de respuesta futura dependerá de un liderazgo creativo y una fuerza laboral diversa, formada y resiliente. La gestión de emergencias necesitará perfiles con habilidades interdisciplinarias y vocación de servicio público. Para ello, será necesario replantear los modelos de atracción, formación y retención de talento, profesionalizando el sector y abriendo la puerta a profesiones tradicionalmente no ligadas a este ámbito.

Aquí se identifican oportunidades para la innovación en políticas de empleo público, formación continua, diseño de carreras y estrategias de atracción de talento joven y diverso al ámbito público.

5. Recuperar la confianza y el tejido social

Finalmente, FEMA destaca la importancia de reconstruir la confianza institucional y el sentido de comunidad, en un mundo donde la desinformación, la polarización y el aislamiento social amenazan con erosionar los pilares de la cooperación. La resiliencia no se construye solo con infraestructuras: también requiere vínculos sociales sólidos y estrategias de comunicación transparentes y continuadas.

Esto plantea retos para la comunicación institucional y las políticas de cohesión social, pero también oportunidades para innovar en la construcción de comunidad, promoviendo la autoorganización, y los cuidados desde una lógica más territorial y horizontal.

El informe Strategic Foresight 2050 no ofrece recetas cerradas, sino marcos de reflexión para anticipar un entorno cada vez más volátil e incierto. Este ejercicio de prospectiva —basado en escenarios, talleres y consultas a múltiples actores— constituye un valioso ejemplo de cómo integrar la visión estratégica en la toma de decisiones, anticipando futuros posibles.

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