La Comisión Europea ha presentado su informe anual de prospectiva estratégica, titulado 2025 Strategic Foresight Report, que este año propone un cambio de enfoque clave: pasar de una resiliencia meramente reactiva a una resiliencia 2.0, basada en la anticipación, la transformación y la visión de futuro. Este nuevo paradigma nace de la constatación de que vivimos en un mundo donde las crisis —climáticas, geopolíticas, tecnológicas o sociales— no son excepciones, sino la nueva normalidad.
Desde su primer informe en 2020, la Comisión ha utilizado la prospectiva estratégica para preparar a la UE ante futuros posibles. En esta edición, el objetivo es claro: fortalecer la capacidad de la Unión para resistir, adaptarse y prosperar en medio de una creciente incertidumbre global. La resiliencia 2.0 no consiste solo en “aguantar el golpe”, sino en aprovechar cada crisis como una oportunidad de transformación estructural en coherencia con los valores democráticos, la sostenibilidad y el bienestar ciudadano.
Megatendencias y desafíos estructurales
La UE se enfrenta a un contexto geoestratégico en rápida transformación: el debilitamiento del orden multilateral, los efectos del cambio climático, la carrera tecnológica global, el envejecimiento poblacional y el auge de la desinformación. Según el informe, la seguridad se ha convertido en el nuevo hilo conductor de todas las políticas europeas.
A esto se suman desafíos internos, como la necesidad de combinar autonomía estratégica abierta con competitividad económica. La transición energética y digital, si bien es clave para la resiliencia, está generando nuevas dependencias en materias primas críticas y tecnologías aún dominadas por potencias externas.
Por otro lado, la fragilidad del contrato social europeo se ve reflejada en fenómenos como el aumento de la desigualdad territorial, los problemas de salud mental entre la juventud o la creciente polarización ideológica fomentada por las redes sociales. Todo ello amenaza no solo el bienestar ciudadano, sino también los fundamentos democráticos de la Unión.
Inteligencia colectiva y anticipación como herramientas clave
Por ello, el informe enfatiza la necesidad de institucionalizar la anticipación y la inteligencia colectiva dentro del proceso político europeo. Esto implica dotar a las instituciones de herramientas de vigilancia estratégica, sistemas de alerta temprana, y metodologías que permitan diseñar políticas robustas frente a escenarios futuros divergentes.
También se propone un cambio cultural hacia la toma de decisiones con visión de largo plazo, superando los ciclos políticos a corto plazo. Para ello, se prevé que a partir de 2026 los informes de prospectiva se basen en procesos más robustos, transversales y participativos, integrando a los Estados miembros, agencias europeas, think tanks y ciudadanía.
Para ello, el informe traza una ambiciosa hoja de ruta hacia una Unión Europea más robusta en 2040, articulada en torno a tres pilares:
- Paz mediante una seguridad europea integral, que combine capacidades militares, diplomacia, autonomía estratégica y preparación social frente a amenazas híbridas.
- Defensa activa de los valores democráticos dentro y fuera de Europa, reforzando el Estado de derecho, la libertad de prensa y la participación ciudadana.
- Bienestar para las personas, garantizado por una economía verde y digital, empleo de calidad, servicios públicos accesibles y un entorno saludable.
Estos tres ejes se traducen en ocho áreas clave de acción para avanzar hacia una Europa resiliente en 2040:
- Desarrollar una visión estratégica común para la UE y sus socios, reforzando el liderazgo europeo en el sistema multilateral.
- Fortalecer la seguridad interna y externa, con especial foco en infraestructuras críticas y capacidades de respuesta civil-militar.
- Aprovechar el potencial transformador de la tecnología, con énfasis en inteligencia artificial y tecnologías limpias, pero bajo marcos éticos y democráticos.
- Reforzar la resiliencia económica y laboral, apostando por industrias estratégicas, la reindustrialización verde y la adaptación al impacto de la IA en el empleo.
- Fomentar el bienestar sostenible e inclusivo, con nuevos modelos fiscales, políticas sociales renovadas y atención a la salud mental.
- Reimaginar la educación, adaptándola a un mundo de cambios acelerados y fomentando el aprendizaje permanente.
- Proteger la democracia como bien común, con políticas activas contra la desinformación, el refuerzo de los medios de comunicación independientes y la promoción del pensamiento crítico.
- Anticipar las transformaciones demográficas, mediante un enfoque de justicia intergeneracional y cohesión social.
Ocho áreas de acción estructuran la hoja de ruta hacia una Europa más fuerte y cohesionada en 2040.
Este informe de prospectiva estratégica no es un ejercicio académico, sino una llamada a la acción urgente y coordinada. La resiliencia 2.0 requiere políticas interconectadas, decisiones valientes y la implicación de todos los niveles de gobierno y de la ciudadanía. En un entorno global marcado por la volatilidad y la complejidad, la resiliencia se convierte no solo en una necesidad, sino en una ventaja competitiva. Europa está a tiempo de reinventarse para seguir siendo un actor relevante, una democracia robusta y un garante del bienestar de las generaciones presentes y futuras.
La tecnología, la seguridad, el bienestar, y la democracia son pilares clave de esta visión de futuro.