Europa se enfrenta a una combinación inédita de riesgos que desafían las capacidades tradicionales de respuesta y anticipación. Así lo refleja el reciente informe Analysis of Risks Europe is Facing (2025), elaborado por el Joint Research Centre de la Comisión Europea, que analiza 47 amenazas actuales y emergentes, tanto naturales como provocadas por la actividad humana. Su objetivo: ofrecer una base científica para desarrollar un sistema común de evaluación de riesgos y amenazas a escala europea, piedra angular de la nueva Estrategia de Preparación de la Unión

El informe constata que el mapa de riesgos en Europa es diverso, fragmentado e intensamente interconectado. Lejos de producirse de forma aislada, los riesgos se encadenan, se agravan mutuamente y tienen consecuencias en cascada que afectan a infraestructuras críticas, sistemas de salud, cadenas de suministro y cohesión social. Fenómenos climáticos extremos, ciberataques, pandemias, conflictos armados o desinformación son un conjunto de amenazas en el que los impactos indirectos —menos visibles— están creciendo más deprisa que los directos. 

Uno de los mensajes clave del informe es que la mayoría de los riesgos actuales son transfronterizos, emergentes, climáticamente condicionados o de baja probabilidad pero alto impacto (HILP, por sus siglas en inglés). Esta combinación demanda una nueva gobernanza del riesgo: una que sea sistémica, prospectiva, basada en ciencia, y compartida por todos los sectores o ámbitos de la sociedad. 

Europa enfrenta riesgos cada vez más interconectados y transfronterizos que exigen una gobernanza anticipatoria.

Riesgos interconectados en un mundo en transición

Los riesgos analizados abarcan desde incendios forestales y sequías hasta disrupciones tecnológicas, enfermedades infecciosas, tensiones geopolíticas o eventos espaciales extremos. Muchos de ellos se agrupan en varias categorías a la vez. Por ejemplo, una sequía extrema (climática) puede derivar en incendios (ambiental), escasez alimentaria (biológica), migraciones forzadas (social) o protestas (político). O un ataque cibernético puede interrumpir servicios esenciales, generar pérdidas económicas masivas y erosionar la confianza institucional. 

El informe subraya que los factores que impulsan estos riesgos son también sistémicos: el cambio climático, el debilitamiento de la gobernanza, las tensiones geopolíticas, la urbanización acelerada y la degradación ambiental figuran entre los más comunes. Estos “drivers” no solo intensifican riesgos ya existentes, sino que crean nuevas combinaciones y condiciones de vulnerabilidad. La urbanización mal planificada, por ejemplo, incrementa la exposición a terremotos, inundaciones o contaminación atmosférica. 

El cambio climático como multiplicador de amenazas 

Aunque el informe aborda una amplia gama de amenazas, destaca el papel transversal del cambio climático. No se trata solo de un factor de riesgo en sí mismo, sino de un multiplicador que intensifica la frecuencia, la severidad y el alcance de muchos otros peligros. 

Asimismo, el informe advierte sobre la proximidad de varios “puntos de no retorno” en los sistemas de la Tierra (Earth System Tipping Points), como el deshielo del Ártico o el colapso de ecosistemas clave. Alcanzar estos umbrales podría generar cambios irreversibles que alterarían profundamente las condiciones de vida en el continente. Por eso, propone que dejen de considerarse riesgos improbables y se incorporen de forma prioritaria a las evaluaciones estratégicas.

El cambio climático actúa como multiplicador de amenazas y debe integrarse en todas las estrategias de resiliencia.

Hacia una cultura europea de la anticipación

Uno de los avances más importantes que propone el informe es la integración de métodos de prospectiva en la gestión del riesgo. En lugar de limitarse a extrapolar tendencias pasadas, invita a explorar futuros posibles mediante escenarios, análisis de megatendencias o herramientas como el Polycrisis Toolkit. Esta perspectiva ayuda a identificar vulnerabilidades estructurales y a prepararse para lo inesperado. 

El estudio también pone de relieve las carencias del sistema actual: falta de datos comparables, fragmentación metodológica, escasa coordinación transfronteriza, o debilidades en la recogida de información sobre impactos indirectos. Frente a ello, propone medidas como crear marcos armonizados de evaluación, mejorar la gobernanza multinivel y fomentar una cultura del riesgo compartida entre gobiernos, empresas, sociedad civil y ciudadanía. 

Un primer paso hacia un nuevo paradigma 

Este informe, concebido como el primer paso hacia una evaluación común de amenazas y riesgos a escala de la UE, representa un cambio de paradigma: de la respuesta reactiva a la anticipación sistémica. Su enfoque integral sugiere que la resiliencia debe ser una prioridad transversal en todas las políticas y una responsabilidad colectiva. 

Prepararse para lo improbable, invertir en prevención y actuar con visión de futuro son imperativos para una Europa que aspira a proteger sus funciones vitales y garantizar su sostenibilidad a largo plazo. 

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