4 de febrero, 2021

La innovación, entendida como proceso de cambio y mejora, ha existido desde siempre, si bien el ritmo y la velocidad no han sido uniformes. En momentos puntuales, determinados factores la han catalizado, favorecido o precipitado. Estoy convencido de que vivimos uno de esos procesos históricos, en los que el entorno está cambiando a tal ritmo, que la propia sociedad es consciente de la realidad transformadora.

El elemento catalizador de esta rápida evolución ha sido la pandemia, que ha sabido sacar lo mejor de la sociedad como colectivo, sin obviar el enorme coste que ha supuesto en vidas humanas.

En términos de innovación, esta colosal e inesperada amenaza ha transmutado también la naturaleza del propio proceso que nos conduce a la nueva normalidad. Desde un modelo de desarrollo lineal, la innovación se mueve en la actualidad por oleadas o procesos de cambios sistémicos, que se instalan con preferencia en entornos favorables para su desarrollo, a los que pudiera denominarse ‘ecosistemas de innovación’.

Estoy convencido de que, pese a lo delicado del momento, y a las dificultades que hemos de afrontar como personas, empresas o instituciones, es un contexto propicio para contribuir a la creación de dichos ecosistemas de innovación.

La innovación abre una ventana de oportunidad para transformar las bases de nuestra sociedad, de nuestra economía, tratando de mantener los niveles de competitividad y bienestar alcanzados.

No obstante, el ecosistema de la innovación requiere de determinados factores para su óptimo desarrollo, como fomentar de manera activa la colaboración público-privada, de forma que seamos capaces de aprovechar las oportunidades del momento para generar sinergias y procesos de transformación. Una buena muestra de ello son las recientes medidas articuladas de forma extraordinaria en el entorno de la UE, como el Fondo de Recuperación, o el pack ‘Next Generation’, diseñados para afrontar la excepcionalidad del momento.

Sobra recordar que en Kutxabank siempre hemos estado dispuestos a facilitar el proceso de transformación y convertir la amenaza en oportunidad para la innovación, de la mano de las instituciones públicas vascas o agencias como Innobasque.

La colaboración es un factor clave para aprovechar de forma adecuada el abanico de oportunidades que brindan los distintos programas y planes de recuperación impulsados desde las administraciones públicas, sea en forma de ayudas directas, subvenciones o financiación de proyectos, de forma que apalanquemos el flujo de fondos esperado, con el objetivo de lograr una modernización económica y social de nuestro entorno.

Pero, para estar a la altura de este momento excepcional, las propias organizaciones también estamos llamadas realizar profundos cambios en nuestra cultura interna.

Debemos -en ello estamos- ser capaces de mudar nuestras estructuras internas, basadas en estrategias lineales o incrementales, hacia los principios que se están imponiendo en el mundo empresarial, y que se basan en la interdependencia.

Innovar nos exige ser organizaciones menos rígidas, contar con contenidos y funciones cada vez más horizontales, compartir tareas y responsabilidades entre diversas áreas, gestionar el conocimiento de manera sistemática y compartida, fomentando los sistemas de inteligencia competitiva.

En otras palabras, innovar nos sitúa a las organizaciones empresariales ante el reto de cambiar ad intra, desde dentro, como forma de mejorar nuestra eficiencia y continuar siendo competitivas. Este es el modo de poder contribuir al objetivo compartido de crear entornos en los que queramos vivir, tanto nosotros como las generaciones que nos sucedan.

Comparte esta noticia

Contacto

Fernando
Irigoyen
Director general de negocio mayorista
KUTXABANK

Próximos Eventos