La infraestructura de posicionamiento global (GPS), esencial desde la navegación urbana hasta operaciones militares y redes eléctricas, se enfrenta a un creciente riesgo de interrupciones. La guerra en Ucrania y el auge de drones han expuesto sus vulnerabilidades: señales fácilmente interferidas por inhibidores de señales caseros, bloqueadas por condiciones atmosféricas o por infraestructuras tecnológicas.

Ante este panorama, empresas como Xona Space Systems están liderando una nueva carrera tecnológica. Su proyecto “Pulsar”, una constelación de 258 satélites en órbita baja, promete señales cien veces más potentes que las del GPS tradicional, más precisas y resistentes al sabotaje. El primer satélite de esta red, Pulsar-0, despegó en junio a bordo de una misión de SpaceX.

Xona no está sola. Otras compañías como TrustPoint o Anello Photonics trabajan en soluciones complementarias, desde redes ópticas hasta sistemas inerciales autónomos. Aunque se prevé que Pulsar esté plenamente operativo en 2030, bastarán 16 satélites para empezar a reforzar un sistema del que depende buena parte del mundo. La era del GPS tal como la conocíamos podría estar llegando a su fin.

Artículo de referencia

Comparte esta noticia